









Poemario dedicado a los miles de emigrantes
que llegan a las costas de islas canarias en pateras o cayucos.
Conmovida ante las sombras y las luces que se escapan mar arriba
comienza a sangrar el peregrino pozo de mi alma……..
Vivianne Alegret
1
Tierra a la vista para tantos ojos,
para los genes de mis genes,
para el clamor de una mirada.
Tierra que se desangra en el verde de las alucinaciones,
estómagos que danzan,
aullidos que silencian la tumultuosa noche
entre arrecifes y penas.
Muchedumbre que trasciende
el umbral de la esperanza.
Ya llegan a la orilla de mi puerto
para abrir el alfabeto humano,
puente exacto entre las almas y sus dueños,
entre las conciencias y los destinos
Ya llegan a tierra y con ellos,
amanece en la prehistoria de mis versos.
2
Mujer nacida de los Dioses en el holocausto
vertiginoso del silencio.
Tu oscura piel brilla
como el fuego que entibia la melancolía.
Eres el naciente sueño que endulza la maternidad de tus pechos,
la fragilidad de tus entrañas,
el rostro aguerrido de una virgen que levanta su voz
allí en las macizas tierras prometidas,
ahora acurrucada, temblorosa, en medio de una barca,
zozobrando en la aparente distancia.
Mujer, frágil estatua que soporta el gélido viento,
erguida como un faro que no se deja vencer
por los temporales.
Sueña que tus ideas caminaran por las aceras
cuando despierte el alba.
3
Duele tu yaga en el cielo,
duele y sangra el yugo de tu sonrisa.
Gruesas cadenas tiemblan ante la ironía del tiempo,
mensajeros escondidos dentro de la carne,
mecidos en las olas del infierno,
tus pasos lentos se arrastran sobre la tierra humedecida
despojados de ira,
¿Cómo puedes regalarme la ingenua candidez de tu sonrisa?
¡Oh negro! tu eres mas blanco que la nieve
y más manso que los potros de las praderas,
no mires la piedra que brilla en el camino,
empina tus ojos a las estrellas para alcanzar la luna.
4
Pupilas que se dilatan mar adentro
giran como relojes debajo de la espuma.
Un marinero anuncia la partida amarrado a la vela,
amontonados sobre el fondo de la barca descansan
los amasijos de sus cuerpos.
La noche destuelse las amarras y zarpan al estrecho por los
umbrales del océano.
Caen los telones de la semiinconsciencia,
deslizados una y otra vez al vaivén del
oleaje,
ojos que vigilan el ocaso,
ruidos perplejos de las tablas mojadas
seducen el espectro de la noche
al crujido de las amarras,
viaje que no se detiene desde el corredor de la tierra
para llegar a los confines de algún puerto.
5
La puerta esta cerrada tras el tumulto de rostros,
son inocentes miradas.
Ojos de suave parpadear taladran las paredes.
Hoy quieren sudar en la nueva ciudad.
Tenerife desde su Teide los escuda y resguarda.
Ya no están a la deriva,
lloran la ausencia del amor infinito,
del abuelo que cuenta historias y caminos.
Lloran el hambre de la madre enferma
del padre ausente,
del hermano que gime por sus llagas.
¡Oh Dios clemencia, piedad, para mis pequeños
perdidos entre las sombras de las aguas austeras!
6
Que raudo golpe irrumpe sobre la ola
de mis sentimientos.
Miro tu cuerpo mutilado
y me desangro en la melancolía de tus palabras.
Hombre que ha dejado sus esperanzas
amarrado a los corales de la ironía.
Por ti dejaría de pensar en infinito
tratando de llegar al corazón de la tierra.
Donde buscarte para devolverte
aquella tierna sonrisa que se escapo de tu horizonte.
Ahora sólo caminaras por los portales de la existencia
llevando consigo el sinsabor de la desolación,
esa que carga el emigrante que huye
del lodo que florece sobre sus inestables pedestales.
Si no te comprendiera desde mi propia sombra
Estuviera dilatando nuestro encuentro
con un verso justificado por torpeza.
Pero llevo tu huella sobre las espaldas mojadas
de mis melancolías.
que llegan a las costas de islas canarias en pateras o cayucos.
Conmovida ante las sombras y las luces que se escapan mar arriba
comienza a sangrar el peregrino pozo de mi alma……..
Vivianne Alegret
1
Tierra a la vista para tantos ojos,
para los genes de mis genes,
para el clamor de una mirada.
Tierra que se desangra en el verde de las alucinaciones,
estómagos que danzan,
aullidos que silencian la tumultuosa noche
entre arrecifes y penas.
Muchedumbre que trasciende
el umbral de la esperanza.
Ya llegan a la orilla de mi puerto
para abrir el alfabeto humano,
puente exacto entre las almas y sus dueños,
entre las conciencias y los destinos
Ya llegan a tierra y con ellos,
amanece en la prehistoria de mis versos.
2
Mujer nacida de los Dioses en el holocausto
vertiginoso del silencio.
Tu oscura piel brilla
como el fuego que entibia la melancolía.
Eres el naciente sueño que endulza la maternidad de tus pechos,
la fragilidad de tus entrañas,
el rostro aguerrido de una virgen que levanta su voz
allí en las macizas tierras prometidas,
ahora acurrucada, temblorosa, en medio de una barca,
zozobrando en la aparente distancia.
Mujer, frágil estatua que soporta el gélido viento,
erguida como un faro que no se deja vencer
por los temporales.
Sueña que tus ideas caminaran por las aceras
cuando despierte el alba.
3
Duele tu yaga en el cielo,
duele y sangra el yugo de tu sonrisa.
Gruesas cadenas tiemblan ante la ironía del tiempo,
mensajeros escondidos dentro de la carne,
mecidos en las olas del infierno,
tus pasos lentos se arrastran sobre la tierra humedecida
despojados de ira,
¿Cómo puedes regalarme la ingenua candidez de tu sonrisa?
¡Oh negro! tu eres mas blanco que la nieve
y más manso que los potros de las praderas,
no mires la piedra que brilla en el camino,
empina tus ojos a las estrellas para alcanzar la luna.
4
Pupilas que se dilatan mar adentro
giran como relojes debajo de la espuma.
Un marinero anuncia la partida amarrado a la vela,
amontonados sobre el fondo de la barca descansan
los amasijos de sus cuerpos.
La noche destuelse las amarras y zarpan al estrecho por los
umbrales del océano.
Caen los telones de la semiinconsciencia,
deslizados una y otra vez al vaivén del
oleaje,
ojos que vigilan el ocaso,
ruidos perplejos de las tablas mojadas
seducen el espectro de la noche
al crujido de las amarras,
viaje que no se detiene desde el corredor de la tierra
para llegar a los confines de algún puerto.
5
La puerta esta cerrada tras el tumulto de rostros,
son inocentes miradas.
Ojos de suave parpadear taladran las paredes.
Hoy quieren sudar en la nueva ciudad.
Tenerife desde su Teide los escuda y resguarda.
Ya no están a la deriva,
lloran la ausencia del amor infinito,
del abuelo que cuenta historias y caminos.
Lloran el hambre de la madre enferma
del padre ausente,
del hermano que gime por sus llagas.
¡Oh Dios clemencia, piedad, para mis pequeños
perdidos entre las sombras de las aguas austeras!
6
Que raudo golpe irrumpe sobre la ola
de mis sentimientos.
Miro tu cuerpo mutilado
y me desangro en la melancolía de tus palabras.
Hombre que ha dejado sus esperanzas
amarrado a los corales de la ironía.
Por ti dejaría de pensar en infinito
tratando de llegar al corazón de la tierra.
Donde buscarte para devolverte
aquella tierna sonrisa que se escapo de tu horizonte.
Ahora sólo caminaras por los portales de la existencia
llevando consigo el sinsabor de la desolación,
esa que carga el emigrante que huye
del lodo que florece sobre sus inestables pedestales.
Si no te comprendiera desde mi propia sombra
Estuviera dilatando nuestro encuentro
con un verso justificado por torpeza.
Pero llevo tu huella sobre las espaldas mojadas
de mis melancolías.
7
Se ve una luz lejana que silenciosamente
rueda sobre las aguas de la vehemencia.
¡Oh magno Dios que me oyes!
Guía la cascara de nuez cargada de tus hijos
hacia el punto exacto del abstracto puerto.
La nostalgia sucumbe bajo la tempestad de los ensueños.
La luna se descuelga para seguir los negros horizontes
desde la acechanza del infortunio.
No puedo permanecer amordazada sin plegaria.
Hay una indiferencia que me reta a gritar
y tocar las sirenas de emergencias,.
A veces tiemblo ante la frialdad del que te lanza
al abismo despiadado de las profundidades.
Malditos los que venden boletos a la muerte
Ya clamaran perdones desde los mismos horizontes
y tendrán que acatar la desazón de sus conciencias.
8
Te estoy esperando desde un peñasco que vigila
el horizonte.
Me faltan los catalejos para encontrarte
justo en esta noche sin estrellas,
donde la lluvia avisa que las aguas están revueltas.
Voy a convertir el pan en peses para que cuando pisen la tierra
puedan calentar las hambrientas mandíbulas que llegan temblorosas
a mitigar la hambruna que se juega la vida.
No puedo moverme de mi faro,
porque hoy quiero llegar ofreciéndote con mis manos
el pan y el vino para que comulgueis
el pecado de buscar nuevos horizontes.
9
Se ve una luz lejana que silenciosamente
rueda sobre las aguas de la vehemencia.
¡Oh magno Dios que me oyes!
Guía la cascara de nuez cargada de tus hijos
hacia el punto exacto del abstracto puerto.
La nostalgia sucumbe bajo la tempestad de los ensueños.
La luna se descuelga para seguir los negros horizontes
desde la acechanza del infortunio.
No puedo permanecer amordazada sin plegaria.
Hay una indiferencia que me reta a gritar
y tocar las sirenas de emergencias,.
A veces tiemblo ante la frialdad del que te lanza
al abismo despiadado de las profundidades.
Malditos los que venden boletos a la muerte
Ya clamaran perdones desde los mismos horizontes
y tendrán que acatar la desazón de sus conciencias.
8
Te estoy esperando desde un peñasco que vigila
el horizonte.
Me faltan los catalejos para encontrarte
justo en esta noche sin estrellas,
donde la lluvia avisa que las aguas están revueltas.
Voy a convertir el pan en peses para que cuando pisen la tierra
puedan calentar las hambrientas mandíbulas que llegan temblorosas
a mitigar la hambruna que se juega la vida.
No puedo moverme de mi faro,
porque hoy quiero llegar ofreciéndote con mis manos
el pan y el vino para que comulgueis
el pecado de buscar nuevos horizontes.
9
Ustedes los dueños del oro y los marfiles
los ricos negros del planeta escapan
porque los blancos pobres de alma saquean el sol de tus espesas llanuras,
se llevan la madera de tus bosques, se van con los bolsillos
repletos de tus sudores para condenarlos
al desarraigo.
Amasan los diamantes y llegan a tu continente para lacerar
los campos que tu abandonas por desigualdad e inocencia.
Dejemos de jugar a la crisis global para jugar a la verdad de África,
a repartir un poco de sueño, de amor, de sonrisas
que se disuelven en la inmensa profundidad del mar y este lenguaje.
10
Déjame tocar tu piel de inmensos arrecifes,
tu piel de luna llena,
de faros en medio de las olas,
déjame palpar la sal de tus mejillas,
el zumbido del viento entre las tablas,
las trenzas de tu pelo humedecido por las sombras,
quiero abrazar el suave espejismo de tu mirada
con los tenáculos de mis lamentaciones.
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