lunes, 17 de agosto de 2009

PALABRAS PARA UNAS FOTOS..











PARA UN PEQUEÑO MUCHACHO

Para un rubio muchachito,
se escribe esta poesía,
rubia su melena, ardía,
con su fino cabellito.
En su mano, aquel barquito,
de madera al río echaba,
y con la vista miraba
que se pierde en la rivera
como yo que allí en su espera
la añoranza soportaba.

Mi muchacho, marinero,
ojos pintados de miel,
mejillas rosas, clavel,
es hoy mi faro y lucero.
El hombre que más yo quiero,
aquel mi niño creció,
y cada año dejó
en mi vida alguna huella,
de una palabra que bella
dentro de mi se cifró.

Aquel pequeño tan dulce,
tan afable, tan genuino,
se va labrando el camino
por donde Dios lo conduce.
Este verso se traduce
en una madre que ausente,
partió un día, diligente,
para salvar una tropa
que hoy estrechada en Europa
lleva una vida decente.

Y mi pequeño, mi gente,
mis pineros, mi familia,
también su dolor se exilia
por el mundo irreverente.
Hoy no me es indiferente
la distancia de este lazo,
pues mi pequeño del brazo
sigue llevando el barquito,
al río, y allí yo grito
para que me dé un abrazo.

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PARA MI NIÑA PRIMERA

Para mi Leisy, primera,
la nueva niña que un día
me colmó con su alegría
en la tierna primavera.
Hay un verso, que le espera,
como una rosa encendida,
hay palabra, dirigida
desde el corazón a flote,
para cerrar el rebote
que seas incomprendida.

Es que casi sometida
a tener dos niñas juntas
me vi sin sacar, ni puntas,
en un caserón metida.
Era tan joven, rendida
ante el peso de esa estancia,
donde la mayor prestancia
se derramó en el umbral,
cuando solas, sin portal,
nos vimos en la distancia.

Una madre y una abuela,
con maletas bajo el brazo
fueron a dar un zarpazo
llevadas por la secuela.
Porque se queda en la esquela
grabada allí, en mi memoria,
la más infinita historia
de detalles y confines
a pesar de los jardines
de esta verdad, tan notoria.

Tu fuiste niña, de gloria,
de muy inteligente hechura,
de serena compostura
y excelente trayectoria.
En esta dedicatoria,
versando hacia tu nivel
el exponente más fiel,
que levanto a todo verso
es ver que allí en tu universo
no hay una gota de hiel.

Siempre resguardo la piel,
que al sabor de un embeleso
en la frente plasmó el beso
que te pintó mi pincel.
Que importa si un don, aquel,
se apartó de vuestra infancia,
quien se impone la distancia
es porque en amor no brilla
y está moldeado de arcilla
frágil como la arrogancia.

A ti te sobra, fragancia,
de suave rosa madura,
para ver que suave y pura
es la vida sin distancia.
No des fruto a la importancia
de cobijar a lo ingrato,
amárrate tu zapato,
ese de tu corazón
y practica con perdón
sin aceptar el maltrato.

Tu madre, esta que te escribe,
que te cala, que te versa,
sabe lo que te conversa
porque en intuición recibe.
No creas que no percibe
el aliento de tus ojos;
tus nerviosos labios rojos,
tu llanto, sin decir nada,
porque estás en mi sembrada
en mis mejores manojos.

Y puede que los cerrojos
de las compuertas del viento,
te traigan ese cimiento
que calmaran tus enojos.
Lo sé por que los hinojos,
son pasajeros y andantes,
son ventanas desafiantes,
para aprender a volar
con luz propia para andar,
sin ser en la vida errantes.

Aquí van mis rutilantes,
décimas, para una niña,
que nació en una campiña
y está en ciudad de gigantes.
Amor de mis importantes,
amores de mis apegos,
como llama de mis fuegos
en cada oración, te nombro,
mi Leisy que gran asombro
sembrada estás, en mis ruegos.












PERFILADA LILA ROSA

Perfilada lila mía:

hija de sueños, de rosas,

como las pequeñas cosas

que evocan toda alegría.

Llegas porque en ti venía

una mujer muy genuina,

de naturaleza fina,

estirpe de magnitud,

de sueño, de longitud,

como nadie lo imagina.


Sin embargo das el traste

con una suerte inexacta;

tu paternidad retracta

su presencia en el contraste.

Buscándolo no encontraste

ese lugar tan innato,

que a veces se torna ingrato

y otras es mejor que fuera,

para que nunca creciera

algún recuerdo insensato.

Creces, vives emociones,

niña de detalles bellos,

ponen luminosos sellos

a tus imaginaciones.

Quienes saben tus acciones

de una infancia tan ufana,

sabes que eres una hermana

por encima del recelo

cuando te quitas el velo

que del alma siempre emana.

Coloreas la mañana

con tu mirada de soles;

y haces ver los girasoles

desde tu mejor ventana.

Hoy cuando entono esta nana,

para tu mundo maduro,

mi Lila Rosa te auguro

desde tu sonrisa franca

que hoy esta madre se arranca,

para ti el verso más puro.


Y cuando un día no esté,

en tu mundo o en tu vida,

piensa que estaré prendida

de tu más genuina fe.

Que a tu lado yo estaré,

como un estandarte exacto,

que me palparás al tacto

en el aire, en las estrellas,

y en todas las cosas bellas

que en esta tarde redacto.

Que tus retoños sembrados

te darán frutos y glorias,

pues revivirás historias

de muchos sueños logrados.

Los errores del pasados

se quedan en el abismo

hay que olvidar y es lo mismo

recordar bien lo mejor,

perdonar, pues el rencor

ese ..es el peor abismo.

Te quiero mucho, mi Lila,

mi morada, mi violeta,

mi malva, mi rosa quieta,

porque tu color destila.

Gota a gota de tu pila,

abierta de tu perfume

sé que está décima asume

un canto, que se derrama,

de esta madre que te ama,

aunque su alma se consume.






Mis niñas, mis pequeñitas,
las que en mi vientre acuné,
por quienes reí y lloré,
desde que fueron bebitas.
-Mira esta foto-, ¡bonitas!
mis hijas, sus corazones,
misterios de mis razones,
revelación que entre sueños
fueron realidad de empeños
que fraguaron emociones.

Yo chiquilla, sonriendo,
las mimaba, las dormía,
las acunaba y sabía,
que el amor sigue creciendo.
Ni un ciclón que remetiendo
trató de azotar mis predios,
pudo volcar, sus sahumerios,
para dañar realidades
porque las mismas verdades
van a flote sin remedios.

Y hoy cuando la foto, vieja,
se ha parado frente a mí,
me ha gritado, !estoy aquí!
quedándome yo !perpleja!.
Para que la absurda queja
de quien manipula vidas,
se acalle y en sus guaridas,
juegue a ser protagonista
de un mal tiempo de conquista
que encontró buenas salidas.

Esta foto; que hoy yo veo,
como nadie puede verla,
es de ser !madre! y al verla
no tiene un reflejo feo.
Era yo una niña, un reo,
una joven de su talla,
era una voz que se calla
que aceptó en su primavera
ser esa madre que fuera
para ganar la batalla.

Ahora que ya no hay muralla,
que se levante triunfante,
porque una imagen gigante
se puede ver en pantalla.
!Vaya yo hacia donde vaya!
al más allá, gran altura,
polvo sea o sepultura,
donde quiera, sin premisa,
el eco se hará sonrisa
de esta madre y su ternura.


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